martes, 4 de junio de 2013

Saltar la cena: Un gran error

Saltar la cena: Un gran error
Muchas personas dicen frases como "Comí como un rey (reina) durante el almuerzo y para compensar no ceno" o "he comido tanto durante el día que mejor no ceno". 

Sin embargo, es importante saber que si se salta la cena, muchas veces se siente un deseo irrefrenable por comer algo dulce antes de acostarte y cuando aparece esa ansiedad se suele consumir alimentos altamente calóricos que dan al cuerpo energía rápida, pero poco duradera.
 
Un requisito fundamental a tener en cuenta para aprender a comer bien es que resulta indispensable repartir la ingesta de alimentos en varias tomas a lo largo del día. 

Esta necesidad responde a una cuestión clara: se trata de repartir la energía durante todo el día y mantener estables los niveles de azúcar en sangre ya que cuando estos decaen es cuando nos entra una incesante sensación de hambre, y podemos entrar en una espiral sin fin, pues en el caso de tomar algo dulce (rico en azúcares simples como galletas, bollería o chocolate...) se activa la hormona insulina, que, entre otras cosas, favorece la reserva de grasa.

¿Qué se puede hacer para no saltar la cena y mantener la dieta?
 
La clave está en reajustar, pero no eliminar. Has salido, por ejemplo, a comer con amigos y no has podido evitar tomar algún capricho. Prepárate una infusión digestiva a media tarde y reduce la cena a un caldo de verduras y un pescado hervido y un yogur con un puñadito de frutos secos.
 
Otra opción consiste en quemar lo que has sumado. Un trozo de tarta en la celebración de un cumpleaños o un puñado de patatas fritas en una reunión familiar son a veces  inevitables. Sigue con la dieta planificada, pero sal a caminar. 

Efectivamente, sabes que el ejercicio es el complemento perfecto para que la dieta sea de verdad efectiva así que ese día acelera el paso y en lugar de caminar media hora, hazlo durante 60 minutos.

A continuación se presenta un modelo a tomar en cuenta a la hora de distribuir la energía diaria:
 
Desayuno: 
Deben ser el 25% de las calorías totales de la dieta diaria. 
El 15% a primera hora y el 10% a media mañana.
 
Comida. 
El 35-40% de las calorías totales de la dieta diaria. 
Procura el equilibrio entre proteínas, lípidos y carbohidratos.
 
Merienda.
Serán el 5-10% de las calorías totales del día. 
No tomar nada a media tarde supone llegar a la cena con hambre inmediata que te lleve a comer mal.
 
Cena. 
El 25-30% de las calorías totales se consumen a esta hora. 
Debe ser ligera ya que por la noche el metabolismo es más lento.

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